No suspires, mejor piensa, habla y no te calles. Grita con tus ojos, llora con tu boca y ríe con tus cicatrices. Busca lo que siempre añoraste y hazlo tuyo, protégelo, cuídalo, mímalo. Sé feliz a su lado. Yo te doy mi bendición.
Escribe lo que quieras, susurrále al oído o canta bajo el sol. Lo importante es que le hagas saber cuánto te importa, lo que realmente sientes, cuáles son tus intenciones. No temas por falsas habladurías y se valiente. Yo te doy mi bendición.
Nunca mires atrás. No sufras por lo que pudo haber sido y no fue. Planea el qué será. No fingas amor o ternura, no seas cobarde. Afronta la realidad y asume tus errores. Sé tu mismo quién se juzgue, que no lo hagan otros por ti.
Cuando, por fin, estés en paz; cuando por fin, abraces tu destino; cuando por fin, alcances tu sitio, mira a tu alrededor y pregúntate, ¿quién está a mi lado? Yo estaré allí, aunque durante el camino me hayas abandonado.
Yo te doy mi bendición.
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