viernes, 2 de abril de 2010

Simples mortales


Unas sonrisas picaronas, unas miradas cómplices, unas caricias cariñosas, unas palabras amables. Varios minutos de silencio, soplos de aire nuevo enredados con viejas costumbres. Un "hasta luego" que signifca "adiós", y un "sí" que significa "para siempre".

Unos y otros. Todos juntos, reunidos, conversando, contando, explicando, recordando y planeando. Sintiéndose especial, juntos en una burbuja de humo dentro de un bar lleno a rebosar. Música de fondo. Ella nunca puede faltar, es el nexo de unión, la suave cuerda que nos ata. ¿Recordaremos este momento? Quizás. Seguro, y dentro de no mucho tiempo.

Las horas pasan, las confidencias aumentan y también la confianza. Vienen los susurros al oído, los besos desinteresdos, pero siempre con melodía. La amistad, esa tan deseada por todos y tan escasa para muchos, se convierte en la protagonista de la noche. Pero, ¿lo será a la mañana siguiente? Espero que sí.

Pero todo termina, y la vuelta a casa se hace inminente. Mejor pronto y con la cabeza en alto, que tarde y sin memoria. ¿O quizás no? La cama se convierte en el paraíso, y el sueño en el mismísimo diablo. Nos creemos héroes de la noche, dioses del buen rollo. A la mañana siguiente nos damos cuenta de que somo simples mortales.

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