Pantalones de pitillo, o caídos. Minifaldas o pañuelos. Rizos o rastas. En la varidad está el gusto... y la libertad. Porque si no somos libre a la hora de vestirnos...¿qué podemos esperar?
El debate está en la calle. Otra vez es el velo el punto de discordia, la fe religiosa pone patas arriba la educación, pero ¿está justificado? Si las niñas quieren llevar velo al colehio, ¿cuál es el problema? ¿Por qué no respetamos sus creencias? Puedo llegar a entender que si las niñas usaran burka y no se les viera la cara habría un problema, la distancia con el resto sería mayor. Pero no es así. Simplemente llevan un pañuelo en la cabeza. Sus rostros son visibles para todos. Respetémoslas.
Pero es que la cosa no se queda aquí. Resulta que algún patán quiere prohibir el uso de los pantalones caídos, quieren que los jóvenes no enseñen los calzoncillos... ¡Hasta aquí podíamos llegar! Nadie puede decirnos cómo debemos vestir. Es cierto que nuestros padres nos ponene bastantes límites, pero llega una edad en la que, como personas con conciencia y capaz de razonar, podemos elegir nuestra vestimenta.
Si todos vistiéramos igual, lleváramos un uniforme... en ese instante habremos abandonado nuestra libertad y autenticidad. Habremos dejado de ser "yo" para convertirnos en "uno más", una oveja más del rebaño.
Por supuesto que podemos opinar. Algunos estilos nos gustarán más que otros, y no siempre estaremos de acuerdo con algunas vestimentas y algunos comportamientos. Pero esa es la grandeza del ser humano, su capacidad para relacionbarse con iguales y con diferentes... No dejemos que nos roben nuestra esencia.
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