martes, 27 de abril de 2010

No quiero ser un parásito

Ninguna posibilidad. No. Cero. Ya está. Es así. No lo puedo remediar. Esto de ser un parásito es lo que tiene. Se absorve mucho y no se aporta nada.

Supongo que todos tenemos una etapa en nuestras vidas en las que no aportamos nada a la familia. Sólo chupamos del bote. A unos les dura más y a otros menos. A mí no me gusta ser un bicho. No me gusta estorbar. Necesito sentirme útil, saber que no sólo absorvo sino que también produzco, aporto, doy algo a los demás.

Sé que en esta vida no todo es material, pero por desgracia mi situación exige que la mayor preocupación sea esa. Como dice mi madre: todo en esta vida tiene solución menos la muerte. Pero otras muchas cosas te provocan un gran dolor de cabeza.

Nos formamos, estudiamos, nos intruimos para dejar de ser parásitos, para convertirnos en gente de provecho, para devolverle a nuestra familia todo lo que le hemos dado. Pero el ser humano es egoísta. Sólo piensa en sí mismo, y aunque pretende hacer ver que se preocupa por los demás, lo cierto es que el "yo" siempre sale a la luz.

¿Está mal pensar en uno mismo? Hoy, en este preciso instante, mi respuesta es "sí". En muchas ocasiones debemos interponer la felicidad de los demás, de la gente a la que queremos. Y mostrarles que ellos son el mundo para nosotros.

Gracias por hacerme sentir así, por demostrarme que el amor no se muestra con caricias sino con actos, con unas simples palabras, con un gesto. Gracias por estar ahí y apoyarme. No te vayas nunca.

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