Porque siempre están ahí. Porque siempre nos apoyan. Porque nunca nos deja a la deriva. Porque por nosotros dan su vida. Porque luchan hasta el final. Porque en su corazón no existe el rencor. Porque siempre están al pie de nuestra cama cuando estamos enfermos. Porque sus riñas siempre son por nuestro bien. Porque son nuestras mejores amigas. Porque son nuestras confidentes. Porque sus palabras son sabios consejos. Porque son el sentido de nuestra existencia. Porque sus comidas están exquisitas. Porque siempre encuentran las cosas en los lugares más inhóspitos. Porque nunca se rinden. Porque siempre saben lo que nos pasa. Porque son únicas e irreemplazables. Porque son las reinas de la casa. Porque nos dan la felicidad. Porque, aunque a veces son pesadas, lo hacen por nosotros. Y sobre todo porque nos dan la vida, porque hacen posible que vivamos nuestros sueños. Siempre se lo agradeceremos.
Por ellas. Por todas y cada una de las madres. Y en especial para la mía. Te quiero mamá.
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