Ahora tenía delante los ojos almendrados y los labios entreabiertos de la joven que le invitaba a un suicidio seguro o a un renacer de su alma. Pero... sintió miedo, no se atrevió a besarla y la dejó marchar, volvió la vista a su periódico y percibió su hipnótico y venenoso perfume, y la deseó aún más y la vio marchar, cerrando la puerta tra sí y supo, tuvo la certeza, de que se arrepentiría toda su vida.
viernes, 7 de mayo de 2010
En la barra del bar
Ahora tenía delante los ojos almendrados y los labios entreabiertos de la joven que le invitaba a un suicidio seguro o a un renacer de su alma. Pero... sintió miedo, no se atrevió a besarla y la dejó marchar, volvió la vista a su periódico y percibió su hipnótico y venenoso perfume, y la deseó aún más y la vio marchar, cerrando la puerta tra sí y supo, tuvo la certeza, de que se arrepentiría toda su vida.
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