Parece que por fin ha llegado la primavera, y con ella el buen tiempo, aunque no sé cuánto durará. El sol me pone de buen humor, me sube el autoestima, y la verdad que después de tantos meses de frío, se agradece el calorcito.
Y con el calor, viene el disfrute del buen clima. Es curioso como unos simples rayos de sol te permiten salir de la monotonía y hacer tu vida un poquito más agradable. Por ejemplo, hoy hemos decidido comer en la terraza, hemos sacado una mesita que había en la cocina y las sillas de la mesa del salón. ¡La comida nos ha sabido a gloria! (Por cierto, hemos comido el pisto que preparé ayer y...¡estaba bueno!, no es que lo diga yo, sino que lo han dicho mis compañeros de piso...) Mientras comíamos, el sol y la brisa nos acompañaban, y también el ruido de los niños que pasaban su ratito de recreo en el colegio que está en frente de nuestra casa. Adoro el ruido de los niños, las risas lejanas, los gritos de presencia...
Estos pequeños placeres son los que nos dan la felicidad, aunque sólo sea durante unos minutos. Es curioso como, después de tres meses de verano, de playa y de tiempo libre, muchas personas (entre las que me incluyo) desean volver a la rutina, que llegue el invierno y hacer lo de siempre...
Debemos aprovechar cada momento que vivimos. Igual que en invierno, un día de nieve es un día diferente, especial, también tenemos que aprovechar la tregua que el tiempo nos ha dado, disfrutar de los rayitos de sol y ya mañana Dios dirá...
Y con el calor, viene el disfrute del buen clima. Es curioso como unos simples rayos de sol te permiten salir de la monotonía y hacer tu vida un poquito más agradable. Por ejemplo, hoy hemos decidido comer en la terraza, hemos sacado una mesita que había en la cocina y las sillas de la mesa del salón. ¡La comida nos ha sabido a gloria! (Por cierto, hemos comido el pisto que preparé ayer y...¡estaba bueno!, no es que lo diga yo, sino que lo han dicho mis compañeros de piso...) Mientras comíamos, el sol y la brisa nos acompañaban, y también el ruido de los niños que pasaban su ratito de recreo en el colegio que está en frente de nuestra casa. Adoro el ruido de los niños, las risas lejanas, los gritos de presencia...
Estos pequeños placeres son los que nos dan la felicidad, aunque sólo sea durante unos minutos. Es curioso como, después de tres meses de verano, de playa y de tiempo libre, muchas personas (entre las que me incluyo) desean volver a la rutina, que llegue el invierno y hacer lo de siempre...
Debemos aprovechar cada momento que vivimos. Igual que en invierno, un día de nieve es un día diferente, especial, también tenemos que aprovechar la tregua que el tiempo nos ha dado, disfrutar de los rayitos de sol y ya mañana Dios dirá...
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