Hoy ha sido un día un poco triste. He tenido que decir adiós a una persona, un adiós para siempre. Era un hombre bueno, padre de familia y un gran trabajador. No lo conocía demasiado aunque formó parte de mi vida durante tres años, estaba para ayudarnos y también para reñirnos, pero sobre todo para que fuéramos conscientes de la responsabilidad que, como universitarios, deberíamos asumir.
Hoy, las personas que compartimos algún momento de nuestra vida con él hemos ido a despedirlo. Y mientras estaba en la iglesia me di cuenta de una cosa: cada uno recoge lo que siembra. El templo estaba lleno, todos estaban allí para apoyar a la familia y para decir adiós a un gran hombre. Y de repente pensé: "me gustaría que el día de mi funeral hubiera tanta gente como aquí". Realmente le querían, realmente le apreciaban, realmente se le va a echar de menos.
La culpa de todo la tiene una terrible enfermedad, la enfermedad del siglo XXI, esta enfermedad de la que ni el más sano se salva: el cáncer.
La vida es muy corta, lamentablemente para este hombre fue así. No podemos saber cuánto tiempo vamos a tener para disfrutar de los pequeños momentos, para disfrutar de las personas que queremos y a los que realmente les importamos.
Antes no me atreví a acercarme a su familia, quería respetar su momento, su recogimiento. Desde aquí: LO SIENTO.
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