Este verano he estado danzando por varias provincias de España y a todas ellas por diferentes motivos: a Madrid para presentar un proyecto, a Salamanca para hacer mi examen final de carrera y para pasar el puente del Pilar, a Santander para visitar a mi novio y por último en Granada. Allí fui para conocer la Alhambra ya la vez celebrar mi cumpleaños de una forma diferentes. Antes que nada debo decir una cosa: es una ciudad maravillosa y un paraíso que todos deberíais visitar al menos una vez en la vida. Además, ¡está en España!
Nada más llegar buscamos una oficina de turismo para que nos facilitaran un mapa y hacer saber dónde estábamos, dónde teníamos que ir y cómo organizábamos nuestro tiempo ya que solo íbamos a pasar dos días. Tras pensarlo un poco decidimos que lo mejor era visitar primero el barrio del Albaicín. Es un barrio árabe espectacular, un laberinto blanco que guarda un misterio en cada esquina.
Después nos acercamos un poco al barrio de Sacromonte, pero ya se nos vino el tiempo encima pues teníamos que estar a las 4 en la Alhambra para que nos diera tiempo a verla entera, ya que teníamos hora a las 7.30 de la tarde para poder entrar y ver los palacios nazaríes, sin lugar a dudas lo más bonito del monumento.
Primero fuimos al palacio del Generalife. Tiene unos jardines espectaculares y unas vistas aún mejores.
Después fuimos a la Alcazaba, una enorme fortaleza, cuya torre más alta te permite ver a la perfección toda la ciudad de Granada. (Debo reconocer que al padecer un poco de vértigo no fui capaz de asomarme más de un minuto)
Y finalmente entramos en los palacios nazaríes. Son palacios espectaculares donde puedes comprobar el arte y la delicadeza con que los árabes lo construyeron. En este sitio lo más habitual es decir: se queda mirando al techo, y es que son dignos de admirar. La pena fue que no pudimos ver el patio de los leones porque lo estaban restaurando.
A las 8.30 terminamos nuestra excursión por la Alhrambra. Tras cuatro horas de caminata y admiración volvimos alhotel a descansar. ¡Mis pies no podían con mi alma!
Al día siguiente, y ya más descansados recorrimos el centro de Granada y el barrio judío. Degustamos las tapas granadinas bajo un sol de infarto, nos adentramos en lo callejones que rodean la catedral y finalmente a las 2 de la tarde cogimos el coche rumbo a El Puerto de Santa María.
Fue un viaje fugaz pero intenso, de esos que marcan y te hacen valorar la belleza de lo nuestro.
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